Alethia
Aquella mañana se despertó sin necesidad de la llegada de Monic, algo sorprendente, ya que normalmente la mujer tenía que insistir varias veces hasta que finalmente se levantaba. Mientras se estiraba en la gran cama de dosel con una gran sonrisa en su rostro, intentó recordar porqué tenía cierta sensación extraña en su estómago. No lo recordaba porque todavía estaba algo somnolienta, pero justo en el momento en que Monic apareció llevando en sus manos un vestido muy característico, la realidad cayó sobre ella como un jarro de agua helada.
Monic era su criada personal, y Alethia tenía un gran aprecio a esa mujer humana que desde que era pequeña había estado cuidándolo y sirviéndole.
—Vamos niña —apremió Monic dejando el elegante vestido sobre la gran cama de dosel—, hoy es un día importante —siguió diciendo acercándose a las ventanas y corriendo las pesadas cortinas permitiendo pasar la luz de la mañana—, y como día importante. —Se giró dedicándole una amplia sonrisa—. Está lleno de eventos y cosas por hacer. —Al oír esa última frase, la sonrisa del delicado rostro de Alethia se borró del todo—. Por cierto, felicidades mi princesa.
—¿Gracias? —La contestación sonó más a una pregunta, y es que a la joven le falló su determinación al ver a Monic caminando hacia el vestido que tendría que llevar aquel día.
Hoy era su cumpleaños. Pero no un cumpleaños cualquiera. Cumplía dieciséis años, y como mandaba la tradición, hoy se convertía en una mujer. Y siendo la hija del rey, eso era muy importante. Tenía que demostrar que era digna al trono y todo lo que aquello conllevaba.
—Anima esa cara, preciosa. Hoy va a ser un gran día. —Monic acarició el pelo de su princesa, a la cual quería como a una hija propia.
Estaba orgullosa de la mujercita en la que se había convertido. Alethia sonrió y le abrazó con cariño. Para la joven, Monic también era como una madre para ella. La única madre que había tenido, ya que su verdadera madre había muerto al darle a luz.
—Monic estoy nerviosa... —confesó Alethia al separarse del abrazo mordiéndose el labio inferior sin disimular como se sentía. La mujer soltó una carcajada y le dio un apretón a sus manos.
—Alethia, eres toda una mujercita. No tienes que temer nada. Ahora vamos a prepararte para que todo el mundo vea lo hermosa que es su princesa. —
Alethia medio sonrió y se centró en el vestido blanco, que como mandaba la tradición, era sobrio y de una fina tela.
—Tendremos que empezar...
Comenzaron a hablar de temas sin importancia para tranquilizar a la muchacha, mientras preparaba el cabello que la joven había heredado de su madre. Lo tenía largo y liso hasta el centro de su espalda, donde las puntas se le ondulaban dando movimiento a ese pelo de color del caramelo con reflejos rubios que provocaban envidia y admiración por partes iguales entre las mujeres, y embelesamiento a los jovencitos. Y es que aunque Alethia todavía tenía algunos rasgos de la niñez, poco a poco se podía entrever la espectacular mujer en la que se iba a convertir.
—Bueno, ya está —dijo Monic poniendo la última florecilla en el pelo de Alethia.
Arrastró a la muchacha frente el espejo y ambas estudiaron el resultado. Le habían hecho un medio recogido, dejando que las ondas naturales le cayeran por la espalda. En la parte superior había puesto unas pequeñas florecillas blancas, dándole un toque personal al peinado.
—Esta perfecto Monic —dijo Alethia admirándose desde distintos ángulos. La humana le sonrió agradecida
—Esperemos que Giselle no lo estropeé en el baño —dijo Monic refiriéndose a su alocada hija.
Ésta, como si le hubiese oído, apareció en la habitación con cara sonriente. Al ver a Alethia y su peinado, dio un pequeño gritito y corrió hacia su ama y amiga.
—¡¡Alethia, estás preciosa!! —dijo con gran emoción. Ambas se abrazaron para el horror de Monic
—Por favor niñas. —Les separó la mujer—. No he estado preparando el peinado para que me lo fastidiéis ahora. —Ambas se rieron.
—Es verdad Monic, lo sentimos —dijo Alethia.
—El baño está preparado, supongo. —Monic miró a su hija. Ésta asintió
—Por eso he venido. ¿Me seguís, Milady? —preguntó Giselle divertida. Monic puso los ojos en blanco, y dejó que ambas muchachitas salieran de la zona del dormitorio.
Los aposentos de Alethia eran grandes. En forma de L , en ellos se podía encontrar el dormitorio seguido por la zona de descanso, que era donde se solía vestir y preparar, la de estudio, y por último, girando y dando la forma de la L, se encontraba la zona del baño. Pasaron por la puerta del arco que separaba esta zona de las demás, y Alethia inhaló el aroma a cítricos que salía de la bañera que estaba situada en el centro de la estancia. Era grande y con elegantes patas doradas, estando acorde con el resto de la habitación: blanco y dorado.
—Bueno qué, ¿nerviosa? —preguntó Giselle a su amiga, mientras le ayudaba a desnudarse y a meterse en la bañera.
Alethia dejó que el agua le llegara hasta el cuello teniendo el extremo cuidado de que el baño no estropeara su peinado, algo en lo que le ayudó Giselle. Giselle era la única hija de Monic y se había convertido en grandes amigas cuando ésta había cumplido diez años, edad en la que empezó a trabajar junto a su madre, preparándose para ser la próxima sirviente personal de la princesa. Al igual que su madre, Giselle era humana, pero a pesar de su condición, tanto la princesa como ella se habían hecho grandes amigas teniendo una relación muy estrecha. En el Reino había pocos humanos, y los que vivían allí pertenecían normalmente a alguna de las Cortes. Los más privilegiados eran sirvientes de los Altos Faes, pertenecientes a la nobleza. Monic y Giselle trabajan directamente para la realeza, por lo que estaban en el escalón más alto dentro de la servidumbre. Aun así nunca se habían aprovechado de eso. Tanto Monic y Giselle guardaban las formas y nunca intentaban llamar la atención.
Giselle por ejemplo, aunque no lo sospechara, era una buena contrincante frente a las delicadas bellezas de las jóvenes del Reino de la luz. Tenía el pelo del color del fuego intenso, algo poco común en los reinos. Había gente pelirroja, sí. Pero todos tenían un color zanahoria, o tirando al rubio. Giselle no. Lo tenía de un intenso rojo cobrizo, acompañando a unos grandes ojos azules claros. Como Alethia sospechaba, su amiga iba a robar algún que otro corazón dentro y fuera de la Corte, pero ella siempre quitaba hierro al asunto diciendo que nadie se fijaría en una humana como ella.
—¿Alethia? —intentó Giselle llamar la atención de su amiga.
—Mmm.. sí, algo —contestó encogiéndose de hombros.
—¿Algo? —Giselle enarcó una ceja divertida—. ¿Dónde crees qué te mandaran?
Bueno, que nos mandaran —se corrigió ella misma.
La tradición ordenaba que cuando se cumplían los 16 años, fueras de la nobleza o no, se tenía que pasar una prueba que demostrara la madurez. Aunque en el caso de Alethia esto iba a ser más complicado.
—No lo sé. Pero aunque me acompañes, sea lo que sea, lo tendré que hacer sola, y no sé si seré capaz. —Alethia cerró los ojos e intentó ignorar el nudo que tenía en el estómago.
—No te preocupes Alethia, lo harás bien. Lo sé. Eres digna del trono —le animó Giselle. La princesa sonrió a su amiga mientras empezaba a enjabonarse.
—Tú también pasaste por esto hace menos de un mes. Recuerda lo nerviosa que estabas. —Giselle rio divertida.
—Sí, y pensaba que me iban a mandar al temible Bosque, y al final tan sólo tuve que demostrar que era digna de ser tu sirvienta.
—Mi amiga —corrigió Alethia. No le gustaba que Giselle se refiriera a sí misma así, aunque en público tenían que guardar las formas.
—Lo que sea, en fin, no creo que sea tan grave. A lo mejor tienes suerte y te mandan a la Tierra Lejana. —Los ojos de Giselle se iluminaron—. Ya sabes lo divertido que sería.
—Alethia sonrió. —Sí, no estaría mal.
—Nada mal.
∞
Alethia salió de sus aposentos, no sin antes ponerse una capa fina de verano de color marfil. Tenía una capucha que la cubría totalmente, impidiendo que se supiera quién era, aunque mientras que caminaba por los largos e iluminados pasillos de palacio, la gente hacía reverencias ante ella, sabiendo que era la princesa.
A pesar de que Giselle iba unos pasos detrás de ella, no se encontraba tranquila, ya que sólo ella entraría en el gran salón donde le esperaba el Rey, su padre, con su prueba. Tan centrada estaba intentando ignorar el nudo de sus estómago , que no era consciente de que la mayoría de los nobles le habían seguido hasta el gran salón. Cuando llegó a las altas puertas de roble, paró en seco y miró a su izquierda, admirando el paisaje que le mostraban los altos ventanales a lo largo del pasillo que había recorrido.
Estaban en una de las altas torres y tenía una gran visión de su reino. Antes de perderse en la belleza del día que se mostraba ente sus ojos, asintió a uno de los soldados que escoltaban la puerta, y esperó a que le dejaran pasar. Cuando la gran puerta se abrió mostrando al Rey al fondo de la estancia, notó a Giselle detrás.
—Suerte princesa —dijo en un susurro la humana.
Le hubiera gustado girarse y abrazarla para llenarse del coraje que tenía su amiga, pero sabía que tenía que avanzar hacia su prueba.
Comenzó a andar sin mostrar duda ni nerviosismo, y cuando oyó como las puertas se cerraban tras ella, retiró la capucha. Rob, su querido Rob y mano derecha de su padre, acudió hacia ella y recogió la capa haciendo una reverencia dedicándola una cariñosa sonrisa. Ella le respondió de la misma forma y caminó hacia su Rey, su padre. Fue consciente de los presentes en la sala. Ella les conocía a todos. Los grandes mandos del reino, nobles todos ellos y miembros del consejo que tenían que ser testigos de la asignación de la prueba. Todos ellos estaban situados a la izquierda del Rey y esperaban solemnes a la hermosa princesa.Alethia hizo la reverencia ante el Rey y esperó seria a que la ceremonia comenzara.
12 comentarios
Y las ganas que dejas.. ¿Esas quien me las va a quitar?
ResponderEliminarQue ganas
un bes💕
Hola guapa,
ResponderEliminarNo conocía la novela, pero me has dejado ansiosa por leerla, así que me la llevo apuntada sin dudarlo.
Besos desde Promesas de Amor, nos leemos.
¡Hola!
ResponderEliminarJoe pues no tiene mala pinta. Tengo ganas de seguir leyéndola :3
Besos desde A través de un libro
¡Hola, guapísima!
ResponderEliminarNo conocía la historia pero tiene una pintaza impresionante,es el estilo de historia que me va a encantar, estoy segura de ello.
¡Muchas gracias por la info! Estaré pendiente porque quiero seguir leyendola *-*
¡Un besito!
Hola!
ResponderEliminarLa verdad es que este libro tiene buena pinta y la fantasía suele gustarme bastante. Espero leerlo.
Un beso ^-^
Hola!
ResponderEliminarEsto no es justo, yo ni ganas tenia de leer el libro, de tanto verlo por blogs me pica la curiosidad y ahora vas, compartes los primeros capítulos y te vas así, como si nada. ¿Y que hago yo con esta curiosidad? No me parece bien lo que haces Sandra JUM
Saludos!
Jajajajajajaja!!!! Se siente ;P
EliminarHola!!
ResponderEliminarMe alegro de nuevo estar por aquí!!
No conocía esta novela, y la verdad que el capítulo que nos dejas, nos pone la miel en los labios…me gusta mucho esa complicidad y amistad entre estos personajes tan diferentes en este mundo ficticio
Un besito
Te lo comparto en redes
Otro Romance Más
Hola.
ResponderEliminarQue maravilla, esta autora me encantó cuando participé en los dos libros viajeros de su bilogía pero la verdad es que este género es el mío, mi favorito, así que estoy deseando poder leerlo. Muchas gracias por traernos los primeros capítulos, me han dejado con más ganas de leerlo.
Muchos besos.
Hola!
ResponderEliminarSupongo que en algún momento lo leeré pues la anterior bilogía de la autora me gustó (aunque la historia no tiene nada que ver con esta xD).
Un beso!
P.D: verás que te sigo de nuevo, es porque estoy cambiando la cuenta de correo ^^
Tiene buena pinta ❤️
ResponderEliminarEste lo tengo entre mis pendientes, aunque sigo sin saber qué hacer. Después de leer el inicio, creo que todavía tengo que pensármelo un poco.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
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